domingo, 22 de noviembre de 2015

La mantilla española.



Para este atuendo, casi siempre de ceremonia, son necesarios unos elementos básicos: Mantilla; peineta, peina o teja; broche y pendientes.


El resto del conjunto debe ser adecuado, así que, vestido, bolso, zapatos y joyas deberán constituir un todo armónico. En este capítulo veremos lo fundamental a este respecto.

La mantilla, que antes se veía a diario en todas las iglesias, se mantiene en nuestros días solo para uso en actos destacados: en las fiestas regionales como parte del traje típico y en las ceremonias religiosas de Semana Santa o matrimonio. El tamaño va desde la simple pañoleta a la grande que mide 2 x 3 m. Las medidas y el color varían lógicamente según el uso al que estén destinadas, y además dependen de diversos factores, el largo del vestido, la altura y la edad de quien la porte, la hora, etc.


Como regla general tenemos que pensar que la mantilla se adapta al acto y no al revés, pero una vez que decidimos vestirla, debemos respetar unas normas mínimas para que resulte de buen gusto. Salvo que vayas a actuar en un teatro, no es de buen tono aparecer de mantilla y en palabra de honor, con un escotazo, ni una súper minifalda. ¡Ah!........................y tampoco el pantalón y la mantilla hacen buenas migas.

En estas fotos de nuestra Familia Real se ven a las Infantas y a la Reina llevándola en distintas ocasiones, con traje corto y largo, diferentes largos de manga y de negro o blanco:




LA MANTILLA EN SEMANA SANTA

Antes la fiesta se dividía en dos tiempos claramente diferenciados: el Jueves Santo por la mañana, que era una fiesta alegre pues se celebraba la institución de la Eucaristía y, a partir de la tarde, ya empezaba la celebración de luto, que se hacía riguroso la tarde del Viernes Santo. Así pues el jueves por la mañana se visitaban los sagrarios con mantilla blanca y el viernes se pasaba ya al negro absoluto. En algunos pueblos a la Esperanza la acompañan señoras de mantilla blanca. Por supuesto vemos mantillas blancas el domingo de Resurrección.


Actualmente se viste de negro los dos días, si se quiere, se atenúa la intensidad del luto con el uso de los claveles y dejando parte del cabello al descubierto, el Jueves Santo. El Viernes Santo, la mantilla debe cubrir completamente el pelo, hasta el Domingo de Resurrección, donde ya se puede usar la mantilla blanca y de nuevo los claveles.

El vestido negro y mejor de una pieza. El largo de la manga siempre a partir del codo, se admite una chaquetita o un bolerito. El largo de la falda nunca por encima de la rodilla, ni por supuesto largo a partir de la media espinilla. La peina y la mantilla,  más o menos largas, según el gusto de cada una.

Se trata de ir guapa y elegante, pero son festividades religiosas lo cual supone un cierto recato. Así que el escote deberá siempre ser prudente y las piernas irán cubiertas con medias, negras pero no muy tupidas.

Las joyas sencillas con base de oro o plata y perlas, azabache o brillantes. Los pendientes pueden ser cortos o largos. En el cuello, una cruz o una medalla con cadenita, pero no la medalla grande de la hermandad con cordón rociero. Están prohibidos los collares con piedras de colores, aunque en Andalucía se admite el coral en tonos suaves. Detrás de la mantilla un broche.

En la mano, no es obligatorio, pero queda elegante llevar unos guantes; antes se llevaba el misal, ahora si queremos podemos llevar un rosario discreto, de plata, azabache, perlas o nácar. El bolso, pequeño, cartera o limosnera negro o de carey oscuro.

Los zapatos negros, cerrados, estilo salón o similares, sencillos y de medio tacón.


CLASES DE MANTILLAS.

Las mantillas que más nombramos son las de tipo Chantilly o las de blondas bordadas. En las primeras el tul y el bordado van tejidos en una misma operación, hilo continuo, mientras que en las de blonda bordada o mantillas granadinas, el dibujo va bordado posteriormente sobre el tul.

Ambos tipos de mantillas pueden ser hechos a mano o a máquina, sin que esto tenga que ver con su mayor o menor antigüedad, ya en 1860 aparecían los primeros talleres, eso sí, con una calidad bastante superior a la mayoría de las fabricadas en nuestros días.

En cuanto a la forma las hay rectangulares, cuadradas y triangulares. Estas últimas pueden ser pequeñas pañoletas o grandes mantillas que sirven para llevar con peineta. Las de Francia suelen ser triangulares, mientras que las españolas suelen ser rectangulares. Existe un modelo español clásico, que ahora ya no se hace que consiste en una mantilla con un gran volante.

MANTILLAS DE CHANTILLY.

Son las mantillas elaboradas con encaje de Chantilly. Esta modalidad de encaje lleva el nombre de la región francesa donde se desarrolló y popularizó. Es muy valorado por la riqueza del hilo y la dificultad y belleza de sus diseños.


En realidad le llamamos así a muchas mantillas que son de diferentes lugares y tipos de punto, pero se ha quedado este apelativo "por extensión" para todos los encajes con un diseño rico y complejo que se realiza con hilo fino. Los expertos diferencian perfectamente las distintas técnicas existentes. La mayoría de los encajes van a bolillo, pero hay otros hechos con aguja, pese a la complicación de trabajar con hilos tan finos, con el crochet se suelen hacer también muchos puntos de encaje.

Se hacen en tiras de 8 a 10 cm de ancho que posteriormente se unen unas a otras con el punto de "raccroc" hasta formar la mantilla. Esto es importante ya que por el borde del encaje donde se ven las trazas de la sujeción de los alfileres a la bolillera y por estas uniones es por lo que podemos diferenciar las mantillas hechas a mano de las que no lo son.

Las primeras mantillas de fabricación industrial tienen una elevada cotización hoy en día, por un lado porque a pesar de ser de máquina, es una elaboración muy cuidada, y por otro, porque a veces son las únicas antiguas que se pueden usar, ya que están menos pasadas que las de la época hechas a mano, como se aprecia en las fotos. En la mayoría de los casos, estas de hilo más fino, a veces solo sirven para verlas en la vitrina. Evidentemente nunca alcanzarán el valor del encaje hecho a mano por una buena artesana.

Muestra de lo difícil que es diferenciar uno del otro van estas fotos: La primera es de un encaje a mano y la segunda de otro a máquina.



Las maravillosas mantillas triangulares francesas son chales, ya que la costumbre de la peineta y la mantilla, tal y como las usamos nosotros, es española.


RESTAURAR LA MANTILLA.

Las mantillas “pasadas”, que es como se llama cuando la base de tul se deshace apenas tocarlo, se "entolan". Entolar es pasar el dibujo del encaje de un tul a otro. Es un trabajo difícil ya que requiere tiempo y experiencia. Encontrar por ello, quien pueda reparar un encaje, cuesta bastante, pero hay quien lo hace todavía. Los pequeños boquetitos se zurcen o remallan, en general no hay que preocuparse mucho, una buena mantilla antigua, suele llevar sus arreglos y puesta no se ven.

PONERSE UNA MANTILLA CON  PEINETA.

Si estáis en un lugar donde se use corrientemente la mantilla, sea para ceremonia, sea para Semana Santa, en cualquier peluquería tienen experiencia, o incluso alguna vecina sabrá hacerlo. Aun así, se hacen muchos boquetes en el tul con las horquillas. Para que esto no suceda es importante tener la precaución de levantar el velo, meter con cuidado la horquilla y después, una vez pasado el boquete del encaje,  hundirla en el pelo sin más contemplaciones, que tiene que quedar bien sujeta.

Lo mejor es adoptar la técnica que en la demostración práctica les voy a proponer, ya que casi nadie y, en según qué regiones, sabe poner una mantilla. Esta técnica consiste en  coserla a la peineta. Para ello se prepara todo el conjunto en otra persona y ya estará lista para usarlo en cualquier momento. Después de usarla, si no se va a volver a usar en meses, hay que deshacerlo y guardar cada cosa por separado.

Para lucirla el día en cuestión, se puede poner de base un moño, cualquier peluquero profesional os hará uno estupendo, pero advertidle para lo que es y os pondrá un interior duro o no soportará bien el peso de la mantilla. Una buena solución, la más segura, perfecta incluso con el pelo corto, es poner en el pelo de la zona de la nuca tres pequeñas colas de caballo sujetas con gomillas corrientes, bien apretadas. Si vamos a poner un moño, se tapan con el pelo y si el pelo es corto se dejan tal cual, que la mantilla las oculta. Con ellas os aseguro que no se mueve nada y sobre todo no tiran, con lo cual la sensación es de naturalidad y seguridad. Cuando te las quitas te peinas un poco y ya está.

El moño no debe sobresalir mucho por encima de la nuca, ya que se vería un bulto horrible por debajo de la mantilla y el broche quedaría doblado hacia arriba.

Para la operación montaje, sujetamos bien la peineta dentro de una cola de caballo bien apretada, y empezamos la operación. Se coloca muy bien la mitad en el centro de la peineta y se deja por delante mantilla suficiente para que la cubra, debe quedar sobre la cabeza, pero no es necesario que quede como un flequillo por la frente ni que cubra todo el pelo. Esto depende de las modas, se puede llevar hasta las cejas, pero es algo que no nos favorece a todas. Si es Viernes Santo hay la costumbre en algunos sitios de taparse todo el cabello en señal de luto.

La mantilla triangular se deja con el pico en la espalda por debajo, no sobre la cabeza.


Entonces por detrás se toman unos pliegues, no hay medidas, es al gusto de cada cual, pero tiene que quedar ligero, no un bulto, ya que estos pliegues son los que van debajo del broche. Es decir solo llevamos frunce en la zona de la nuca y delante de la peineta sobre el centro de la cabeza, el resto va libre. Se pueden hacer estos frunces, de tipo tablitas o como ondas.

Y lo conseguimos bien poniendo alfileres, bien como si fuese un volante, con un hilván y tirando después del hilo para que se quede hecho ondas. Después vamos a coser la mantilla de la parte de detrás de la peineta con la de delante para quede ya fija.

A quien no tenga experiencia le recomiendo ver las foto para que se haga una idea. No  
la pongáis tirante o el roce con el borde superior de la peineta la partirá. Tiene que quedar apretado, pero con una pasada de hilo limpia ya que habrá que descoserlo sin romper la mantilla. Mejor poner hilo gris que destaque del hilo del bordado y se pueda diferenciar bien.

Sobre estos pliegues se prenderá el broche. Este debe ser alargado para tapar la línea de sujeción y de buena calidad.


Es importante que vaya derecho, alguien debe supervisarlo una vez puesto el conjunto. Con todo el equipo así preparado no hay más que pinchar la mantilla en el pelo y tendremos una mantilla española como Dios manda. Guiaros de la forma de las púas que deben quedar bien apoyadas en la nuca. La peina debe ir bien derecha, en la línea de la columna vertebral, nunca inclinada.

Espero que esto le sirva a cualquier persona que se vea en apuros lejos de casa. No hay excusas ni motivos para dejar de ponerse una mantilla española, es una tradición preciosa y valorada en todos los países. Donde aparece una señora ataviada con ella causa sensación y admiración.


LA PEINETA.

En España existe la tradición de llevar la mantilla sujeta con ayuda de una peineta, de esta manera se eleva sobre la cabeza y enmarca el rostro sin hundirlo. Gracias a la peineta la mantilla es una prenda favorecedora y airosa.





Estas sujeciones pueden ser de diferentes tamaños, la peineta baja o media se usa para actos serios, como un funeral de estado, una visita al Papa, un acto religioso de tipo luctuoso, en fin ceremonias donde conviene una cierta discreción, mientras que la alta es muy adecuada para actos festivos, bodas, toros, fiestas, de mayor lucimiento personal. Las señoras mayores por este mismo motivo suelen llevarla más pequeña. Las peinas de las novias suelen ser diferentes, como los peinecillos de los trajes de gitana.


Así mismo actuaremos con la mantilla, que será de un tipo u otro según las circunstancias, podemos incluso elegir el tamaño de la mantilla simplemente para procurar que esta no rebase el largo del vestido, aunque a mí, personalmente, me gusta que lo rebase aunque no sea muy ortodoxo.

Las peinetas pueden ser de diversos materiales, se conocen algunas de fiesta hechas en plata, oro y con incrustaciones de gemas, perlas, coral, esmalte o marfil, pero las peinetas clásicas para la mantilla española son de nácar o carey. Actualmente, dado que estos son materiales protegidos, se usan materiales de imitación capaces de conseguir un efecto muy natural. Las de carey se ponen con la mantilla de cualquier color y las de nácar mejor con las mantillas blancas o crudas.

Si se tiene una peineta antigua autentica es una joya que deberemos usar con mucha precaución y solo en ocasiones especiales, ya que el carey es realmente delicado y se seca y resquebraja con el tiempo. Guardarlo en sitio de temperatura suave y no excesivamente seco.

La peineta de plástico o celuloide, de estar guardada, a menudo se va poniendo plana, es decir pierde la forma curva. No es un problema ya que con el calor se moldea a nuestro gusto. Para devolverle la forma se sujeta con una goma o una cinta de la forma que queramos tener y se le aplica calor con el secador del pelo. Mantenemos la temperatura constante caliente hasta que al tocarlo queme un poco, y lo dejamos atado enfriarse. Cuando ya esté frío se desata y veremos que ha tomado la forma deseada.




Domingo Sánchez Vallejo.