domingo, 22 de noviembre de 2015

La mantilla española.



Para este atuendo, casi siempre de ceremonia, son necesarios unos elementos básicos: Mantilla; peineta, peina o teja; broche y pendientes.


El resto del conjunto debe ser adecuado, así que, vestido, bolso, zapatos y joyas deberán constituir un todo armónico. En este capítulo veremos lo fundamental a este respecto.

La mantilla, que antes se veía a diario en todas las iglesias, se mantiene en nuestros días solo para uso en actos destacados: en las fiestas regionales como parte del traje típico y en las ceremonias religiosas de Semana Santa o matrimonio. El tamaño va desde la simple pañoleta a la grande que mide 2 x 3 m. Las medidas y el color varían lógicamente según el uso al que estén destinadas, y además dependen de diversos factores, el largo del vestido, la altura y la edad de quien la porte, la hora, etc.


Como regla general tenemos que pensar que la mantilla se adapta al acto y no al revés, pero una vez que decidimos vestirla, debemos respetar unas normas mínimas para que resulte de buen gusto. Salvo que vayas a actuar en un teatro, no es de buen tono aparecer de mantilla y en palabra de honor, con un escotazo, ni una súper minifalda. ¡Ah!........................y tampoco el pantalón y la mantilla hacen buenas migas.

En estas fotos de nuestra Familia Real se ven a las Infantas y a la Reina llevándola en distintas ocasiones, con traje corto y largo, diferentes largos de manga y de negro o blanco:




LA MANTILLA EN SEMANA SANTA

Antes la fiesta se dividía en dos tiempos claramente diferenciados: el Jueves Santo por la mañana, que era una fiesta alegre pues se celebraba la institución de la Eucaristía y, a partir de la tarde, ya empezaba la celebración de luto, que se hacía riguroso la tarde del Viernes Santo. Así pues el jueves por la mañana se visitaban los sagrarios con mantilla blanca y el viernes se pasaba ya al negro absoluto. En algunos pueblos a la Esperanza la acompañan señoras de mantilla blanca. Por supuesto vemos mantillas blancas el domingo de Resurrección.


Actualmente se viste de negro los dos días, si se quiere, se atenúa la intensidad del luto con el uso de los claveles y dejando parte del cabello al descubierto, el Jueves Santo. El Viernes Santo, la mantilla debe cubrir completamente el pelo, hasta el Domingo de Resurrección, donde ya se puede usar la mantilla blanca y de nuevo los claveles.

El vestido negro y mejor de una pieza. El largo de la manga siempre a partir del codo, se admite una chaquetita o un bolerito. El largo de la falda nunca por encima de la rodilla, ni por supuesto largo a partir de la media espinilla. La peina y la mantilla,  más o menos largas, según el gusto de cada una.

Se trata de ir guapa y elegante, pero son festividades religiosas lo cual supone un cierto recato. Así que el escote deberá siempre ser prudente y las piernas irán cubiertas con medias, negras pero no muy tupidas.

Las joyas sencillas con base de oro o plata y perlas, azabache o brillantes. Los pendientes pueden ser cortos o largos. En el cuello, una cruz o una medalla con cadenita, pero no la medalla grande de la hermandad con cordón rociero. Están prohibidos los collares con piedras de colores, aunque en Andalucía se admite el coral en tonos suaves. Detrás de la mantilla un broche.

En la mano, no es obligatorio, pero queda elegante llevar unos guantes; antes se llevaba el misal, ahora si queremos podemos llevar un rosario discreto, de plata, azabache, perlas o nácar. El bolso, pequeño, cartera o limosnera negro o de carey oscuro.

Los zapatos negros, cerrados, estilo salón o similares, sencillos y de medio tacón.


CLASES DE MANTILLAS.

Las mantillas que más nombramos son las de tipo Chantilly o las de blondas bordadas. En las primeras el tul y el bordado van tejidos en una misma operación, hilo continuo, mientras que en las de blonda bordada o mantillas granadinas, el dibujo va bordado posteriormente sobre el tul.

Ambos tipos de mantillas pueden ser hechos a mano o a máquina, sin que esto tenga que ver con su mayor o menor antigüedad, ya en 1860 aparecían los primeros talleres, eso sí, con una calidad bastante superior a la mayoría de las fabricadas en nuestros días.

En cuanto a la forma las hay rectangulares, cuadradas y triangulares. Estas últimas pueden ser pequeñas pañoletas o grandes mantillas que sirven para llevar con peineta. Las de Francia suelen ser triangulares, mientras que las españolas suelen ser rectangulares. Existe un modelo español clásico, que ahora ya no se hace que consiste en una mantilla con un gran volante.

MANTILLAS DE CHANTILLY.

Son las mantillas elaboradas con encaje de Chantilly. Esta modalidad de encaje lleva el nombre de la región francesa donde se desarrolló y popularizó. Es muy valorado por la riqueza del hilo y la dificultad y belleza de sus diseños.


En realidad le llamamos así a muchas mantillas que son de diferentes lugares y tipos de punto, pero se ha quedado este apelativo "por extensión" para todos los encajes con un diseño rico y complejo que se realiza con hilo fino. Los expertos diferencian perfectamente las distintas técnicas existentes. La mayoría de los encajes van a bolillo, pero hay otros hechos con aguja, pese a la complicación de trabajar con hilos tan finos, con el crochet se suelen hacer también muchos puntos de encaje.

Se hacen en tiras de 8 a 10 cm de ancho que posteriormente se unen unas a otras con el punto de "raccroc" hasta formar la mantilla. Esto es importante ya que por el borde del encaje donde se ven las trazas de la sujeción de los alfileres a la bolillera y por estas uniones es por lo que podemos diferenciar las mantillas hechas a mano de las que no lo son.

Las primeras mantillas de fabricación industrial tienen una elevada cotización hoy en día, por un lado porque a pesar de ser de máquina, es una elaboración muy cuidada, y por otro, porque a veces son las únicas antiguas que se pueden usar, ya que están menos pasadas que las de la época hechas a mano, como se aprecia en las fotos. En la mayoría de los casos, estas de hilo más fino, a veces solo sirven para verlas en la vitrina. Evidentemente nunca alcanzarán el valor del encaje hecho a mano por una buena artesana.

Muestra de lo difícil que es diferenciar uno del otro van estas fotos: La primera es de un encaje a mano y la segunda de otro a máquina.



Las maravillosas mantillas triangulares francesas son chales, ya que la costumbre de la peineta y la mantilla, tal y como las usamos nosotros, es española.


RESTAURAR LA MANTILLA.

Las mantillas “pasadas”, que es como se llama cuando la base de tul se deshace apenas tocarlo, se "entolan". Entolar es pasar el dibujo del encaje de un tul a otro. Es un trabajo difícil ya que requiere tiempo y experiencia. Encontrar por ello, quien pueda reparar un encaje, cuesta bastante, pero hay quien lo hace todavía. Los pequeños boquetitos se zurcen o remallan, en general no hay que preocuparse mucho, una buena mantilla antigua, suele llevar sus arreglos y puesta no se ven.

PONERSE UNA MANTILLA CON  PEINETA.

Si estáis en un lugar donde se use corrientemente la mantilla, sea para ceremonia, sea para Semana Santa, en cualquier peluquería tienen experiencia, o incluso alguna vecina sabrá hacerlo. Aun así, se hacen muchos boquetes en el tul con las horquillas. Para que esto no suceda es importante tener la precaución de levantar el velo, meter con cuidado la horquilla y después, una vez pasado el boquete del encaje,  hundirla en el pelo sin más contemplaciones, que tiene que quedar bien sujeta.

Lo mejor es adoptar la técnica que en la demostración práctica les voy a proponer, ya que casi nadie y, en según qué regiones, sabe poner una mantilla. Esta técnica consiste en  coserla a la peineta. Para ello se prepara todo el conjunto en otra persona y ya estará lista para usarlo en cualquier momento. Después de usarla, si no se va a volver a usar en meses, hay que deshacerlo y guardar cada cosa por separado.

Para lucirla el día en cuestión, se puede poner de base un moño, cualquier peluquero profesional os hará uno estupendo, pero advertidle para lo que es y os pondrá un interior duro o no soportará bien el peso de la mantilla. Una buena solución, la más segura, perfecta incluso con el pelo corto, es poner en el pelo de la zona de la nuca tres pequeñas colas de caballo sujetas con gomillas corrientes, bien apretadas. Si vamos a poner un moño, se tapan con el pelo y si el pelo es corto se dejan tal cual, que la mantilla las oculta. Con ellas os aseguro que no se mueve nada y sobre todo no tiran, con lo cual la sensación es de naturalidad y seguridad. Cuando te las quitas te peinas un poco y ya está.

El moño no debe sobresalir mucho por encima de la nuca, ya que se vería un bulto horrible por debajo de la mantilla y el broche quedaría doblado hacia arriba.

Para la operación montaje, sujetamos bien la peineta dentro de una cola de caballo bien apretada, y empezamos la operación. Se coloca muy bien la mitad en el centro de la peineta y se deja por delante mantilla suficiente para que la cubra, debe quedar sobre la cabeza, pero no es necesario que quede como un flequillo por la frente ni que cubra todo el pelo. Esto depende de las modas, se puede llevar hasta las cejas, pero es algo que no nos favorece a todas. Si es Viernes Santo hay la costumbre en algunos sitios de taparse todo el cabello en señal de luto.

La mantilla triangular se deja con el pico en la espalda por debajo, no sobre la cabeza.


Entonces por detrás se toman unos pliegues, no hay medidas, es al gusto de cada cual, pero tiene que quedar ligero, no un bulto, ya que estos pliegues son los que van debajo del broche. Es decir solo llevamos frunce en la zona de la nuca y delante de la peineta sobre el centro de la cabeza, el resto va libre. Se pueden hacer estos frunces, de tipo tablitas o como ondas.

Y lo conseguimos bien poniendo alfileres, bien como si fuese un volante, con un hilván y tirando después del hilo para que se quede hecho ondas. Después vamos a coser la mantilla de la parte de detrás de la peineta con la de delante para quede ya fija.

A quien no tenga experiencia le recomiendo ver las foto para que se haga una idea. No  
la pongáis tirante o el roce con el borde superior de la peineta la partirá. Tiene que quedar apretado, pero con una pasada de hilo limpia ya que habrá que descoserlo sin romper la mantilla. Mejor poner hilo gris que destaque del hilo del bordado y se pueda diferenciar bien.

Sobre estos pliegues se prenderá el broche. Este debe ser alargado para tapar la línea de sujeción y de buena calidad.


Es importante que vaya derecho, alguien debe supervisarlo una vez puesto el conjunto. Con todo el equipo así preparado no hay más que pinchar la mantilla en el pelo y tendremos una mantilla española como Dios manda. Guiaros de la forma de las púas que deben quedar bien apoyadas en la nuca. La peina debe ir bien derecha, en la línea de la columna vertebral, nunca inclinada.

Espero que esto le sirva a cualquier persona que se vea en apuros lejos de casa. No hay excusas ni motivos para dejar de ponerse una mantilla española, es una tradición preciosa y valorada en todos los países. Donde aparece una señora ataviada con ella causa sensación y admiración.


LA PEINETA.

En España existe la tradición de llevar la mantilla sujeta con ayuda de una peineta, de esta manera se eleva sobre la cabeza y enmarca el rostro sin hundirlo. Gracias a la peineta la mantilla es una prenda favorecedora y airosa.





Estas sujeciones pueden ser de diferentes tamaños, la peineta baja o media se usa para actos serios, como un funeral de estado, una visita al Papa, un acto religioso de tipo luctuoso, en fin ceremonias donde conviene una cierta discreción, mientras que la alta es muy adecuada para actos festivos, bodas, toros, fiestas, de mayor lucimiento personal. Las señoras mayores por este mismo motivo suelen llevarla más pequeña. Las peinas de las novias suelen ser diferentes, como los peinecillos de los trajes de gitana.


Así mismo actuaremos con la mantilla, que será de un tipo u otro según las circunstancias, podemos incluso elegir el tamaño de la mantilla simplemente para procurar que esta no rebase el largo del vestido, aunque a mí, personalmente, me gusta que lo rebase aunque no sea muy ortodoxo.

Las peinetas pueden ser de diversos materiales, se conocen algunas de fiesta hechas en plata, oro y con incrustaciones de gemas, perlas, coral, esmalte o marfil, pero las peinetas clásicas para la mantilla española son de nácar o carey. Actualmente, dado que estos son materiales protegidos, se usan materiales de imitación capaces de conseguir un efecto muy natural. Las de carey se ponen con la mantilla de cualquier color y las de nácar mejor con las mantillas blancas o crudas.

Si se tiene una peineta antigua autentica es una joya que deberemos usar con mucha precaución y solo en ocasiones especiales, ya que el carey es realmente delicado y se seca y resquebraja con el tiempo. Guardarlo en sitio de temperatura suave y no excesivamente seco.

La peineta de plástico o celuloide, de estar guardada, a menudo se va poniendo plana, es decir pierde la forma curva. No es un problema ya que con el calor se moldea a nuestro gusto. Para devolverle la forma se sujeta con una goma o una cinta de la forma que queramos tener y se le aplica calor con el secador del pelo. Mantenemos la temperatura constante caliente hasta que al tocarlo queme un poco, y lo dejamos atado enfriarse. Cuando ya esté frío se desata y veremos que ha tomado la forma deseada.




Domingo Sánchez Vallejo.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Cofrade en el siglo XXI




Cofrade en el siglo XXI


Los cofrades en sus comienzos tenían entre otras la misión de “representar el Evangelio en la calle”. La pretensión consistía en definitiva en dar a conocer al pueblo los misterios del Evangelio, a través de la organización de procesiones penitenciales, durante la Semana Santa. Los pasos de los tronos realizaban una función catequizadora y a la vez intentaban dar formación religiosa, teniendo en cuenta por lo general el bajo nivel cultural existente en la sociedad de aquellos tiempos. Se trataba de realizar la labor de evangelizar a aquellos que no conocían la vida de Cristo. “Nadie enciende la lámpara y la pone en un rincón, ni bajo un celemín, sino sobre un candelabro, para que todos tengan luz” (Lc 11,33).

La sociedad actual nos presenta un mundo secularizado, que conoce de la existencia de Dios, pero mantienen su forma de vida lejos de la palabra de Jesús, apartados de su mensaje y de su obra. Es por ello que a los cofrades del siglo XXI no nos queda otra solución que la de pregonar el mensaje de Cristo. Tenemos que convertirnos en jornaleros de la palabra del Hijo de Dios y correr hacia la calle a intentar poner luz en la oscuridad, a portar la llama de nuestra vela de manera simbólica al igual que portamos nuestros hachones o cirios en los desfiles penitenciales.

Apliquémonos la regla, en primer lugar, a nosotros mismos, ya que debemos y tenemos que ser los primeros que demos ejemplo a los miembros de la sociedad de cómo ha de vivir un cristiano comprometido. No nos acobardemos ante las opiniones adversas, encontrémonos prestos para salir a las calles llevando la palabra de Jesús Nazareno, de delatarnos como seguidores de Cristo en nuestro ámbito familiar, laboral y social.

Sigamos, como no, sacando los templos, los altares, el Evangelio representado en inocografía para que las gentes al paso de las Sagradas Imágenes vean en Ellas el rostro del Mesías, el Dolor, la Soledad y la Esperanza de su Santísima Madre y finalmente ese descubrimiento de “al tercer día resucitó”: “ En este día de tu triunfo sobre la muerte, que la humanidad encuentre en ti, Señor, la valentía de oponerse de manera solidaria a tantos males que nos afligen” (S.S. Juan Pablo II, 2004).

Domingo Sánchez Vallejo
Pregonero de la Semana Santa Bastetana 2005
Pregonero del Costalero y Horquillero
De la Cofradía del Stmo. Cristo de la Misericordia, María Stma. de la Soledad
y Cristo Resucitado 2008

sábado, 27 de septiembre de 2008

Pregón de la Semana Santa de Baza 2005

Pregón de Semana Santa. Baza. 2005.





Iltmo. Sr. Alcalde Presidente del Excmo. Ayuntamiento de Baza.
Sr. Presidente, Consiliario y miembros de la Junta de Gobierno de la Federación de Cofradías y Hermandades de la Semana Santa de Baza.
Sra. Concejala de Cultura.
Sres. Hermanos Mayores y miembros de las Juntas Directivas de las Cofradías y Hermandades bastetanas.
Sr. Presidente y compañeros de la Junta Directiva de la Muy Ilustre Archicofradía del Stmo. Cristo de la Sangre, Paso Encarnado, de Lorca.
Sr. Presidente de la Cruz Roja de Lorca.
Cofrades, Camareras, costaleras, costaleros y horquilleros.
Amigas y amigos de Baza y de Lorca.

Desde el corazón lo afirmo, que no es pregonero quien mejores palabras dice, sino quien mayores amores siente; y tan es así que hasta el ritual de los agradecimientos sin el testimonio de amor no sería otra cosa que un hueco sonido de campana.

Por eso no sería autentica mi gratitud ante mi Señor si con ella no renovara mi disposición convencida y militante, al servicio de la tierra que me vio nacer.

Y no sería fiel mi reconocimiento a la Federación de Cofradías y Hermandades de Semana Santa de Baza, si con este pregón no sellara mi compromiso cofrade con las devociones y amores que proclamo.

No seria bien nacido si con algo diferente, que no fuera el amor fraterno, viniera a pagar la generosidad y la delicadeza que ha demostrado en su presentación, mi primo Antonio Vallejo Caparrós, hijo de mi entrañables tíos Antonio y Pepita, del que entre los muchos recuerdos gratos que hoy tengo, me vienen a mi mente sus estaciones de penitencia como hermano ejemplar de la Cofradía de la Soledad y, por que no decirlo, de aquellas “rayas” domingueras que, junto a mis padres y la tía Pidilla, se “marcaban” en el desaparecido “111”.

O si no tuviera un recuerdo para todos los que me ayudaron con su alegría y sus oraciones. A la confianza de la Federación de Cofradías y Hermandades, a la amistad de los bastetanos y su entusiasmo.

Por último, de quienes depositaron en mi alma el germen de la confianza en Dios. A la Fe de mis padres, al apoyo de mi esposa, a la comprensión de mis familiares y amigos.

Del navegar por los días de mi vida, traigo a esta Muy Noble y Leal Ciudad de Baza mis alforjas repletas de ilusiones y, arrodillado a los pies de su Majestad dulcísima la Santísima Virgen de la Piedad, proclamo, en el dintel de esta primavera, mi profunda emoción y orgullo por tener la alegría mas grande que se puede tener en este momento, la de ser sencillamente bastetano.

Un sueño.-

La ciudad aún dormía. Por tejados florecidos de amarillos jaramagos del cercano convento, se reflejaban los primeros rayos de un tímido sol que pausadamente iba rompiendo el gris azulado del amanecer.

Era un Domingo de Ramos cuando, casi al alba, despertaba tras un profundo sueño un niño de Baza. Un niño de un barrio; del barrio de la Cascada, donde permanentemente se escuchaba la cantarina sinfonía de los caños de su popular fuente y, en las primeras horas del día, los tres toques de las campañas que anunciaban la celebración de la Santa Misa en las Dominicas.

Aquel niño de unos ocho años, que jugaba con pasitos realizados sobre cajas de zapatos y penitentes de cartón, recibió el más de los maravillosos regalos que se le podía hacer. Su madre, Paquita, le había confeccionado una túnica de penitente, que al despertar, descubrió colgada de la percha de su dormitorio.

Que coincidencia. El niño había soñado con lo que diariamente gustaba de soñar despierto: ser algún día, como su padre, hermano de la Cofradía del Stmo. Cristo de la Misericordia y María Stma. de la Soledad. Y así se vio retratado en su sueño, figurando en una imaginaria cofradía como diminuto penitente delante de su pequeño paso.

Cuando llegaba la Cuaresma de cada año, las enclaustradas MM. Dominicas, desde su huerto, llamaban al niño del sueño que, desde la atalaya de su ventana, las contemplaba en su ir y venir, realizando las tareas diarias de cualquier hortelano.

¿Quieres ponernos esta noche la radio para escuchar el sermón del Padre Pedro? Le gritaba una monjita revestida en su inmaculado hábito blanco.

Por aquellos años, Radio Juventud de Baza, solía retransmitir algunos de los sermones que se decían en el transcurso de las novenas en honor de los respectivos titulares de cofradías y hermandades.

El niño, obediente y con la complicidad de Paquita, su madre, acercaba el aparato de radio al pollo de la ventana, un Invicta que aún funciona como el primer día y, a la hora prevista, conectaba con el sermón. Las monjitas, sentadas en corro, bajo una bombilla de tenue luz, escuchaban con devota atención los pasajes de la Pasión de Cristo y al finalizar, rezaban el santo Rosario para terminar cantando una Salve a la Madre de Dios.

Por Navidad, el niño recibía del convento un suculento regalo, seguramente como premio de sus vecinas, unos dulces: huesos de melocotón que ellas primorosamente hacían con chocolate relleno de coco.

En esos primeros años de su infancia el niño, en tiempos de la preparación de los desfiles procesionales de la Semana Santa, acompañaba a su tío Rogelio al convento de la Merced y veía y veía....como se vestía a la Virgen, como se preparaban las baterías para los tronos, como después de la hora del trabajo los hermanos cofrades aparecían para ayudar y poner a punto su procesión del Miércoles Santo.

Y en 1950 hizo su primera procesión. Se cumplió su sueño. Iba de estreno. Repeinao, más ancho que un pavo real, con su capirote al hombro, cruzó la plaza Mayor siguiendo los presurosos pasos de su padre, Diego el de las Contribuciones, camino de la Merced. De vez en cuando, introducía su mano derecha en el bolsillo y recontaba los caramelos con sus menudos dedos, como si estuviera pasando las cuentas de un rosario. Uno: para mamá; dos: para el Mimi ; tres para Paquito y así hasta llegar a la adjudicación de la peseta de caramelos que había comprado por la tarde, en el quiosco de la “tía Rubia”.

En sus previsiones de reparto, trasladaba al bolsillo contrario un caramelo. Lo reservaba para su abuela Concha. Desde que tenía uso de razón la conoció inválida, sentada en un sillón, lorquina de nacimiento, del Barrio de San Cristóbal, blanca de nacimiento, rabalera por convicción le inculcó el amor por su tierra natal. De sus labios empezó a conocer lo de blancos y azules o azules y blancos y, sobre todo la historia de los “coloraos”.

Sería interminable. Los recuerdos…. las anécdotas.

Y aquel niño nunca más jugó con pasitos y penitentes de cartón. A pesar de su temprana edad, el mundo y las cosas cambiaron para él y, con ellas el concepto que había tenido hasta entonces de lo que realmente significaba la Semana Santa y la propia vida.

Y al igual que tantos y tantos bastetanos aquel joven convirtió a su Cristo en espejo y bandera de su vida.

Mirándose en Él, llevándolo consigo noche y día, llegó a escudriñar cada palmo de su anatomía, la expresión de su rostro y cada síntoma de su escalofriante agonía. Fue así como llegó a familiarizarse íntimamente con la muerte de Cristo, hasta el punto de perder el miedo y encontrarla hermosa. Porque llegó a la conclusión de que la muerte de su Cristo no se consumaría nunca en su totalidad, que existiría una especial transición que el se negaba a aceptar como muerte, porque aseguraba que Baza nunca dejaría de aportar esa brizna de aire que parecería faltarle para continuar con su vida eternamente.

Pregón intimo a Baza.-

Quisiera vuestra benevolencia para levantarme el antifaz por unos instantes e identificarme como ese niño de nuestra historia, y poder así proseguir a sabiendas de que este Pregón será la narración de las vivencias de un simple cofrade bastetano, igual que todos y cada uno de vosotros, con la sola excepción de que Baza un día, sin mérito alguno que lo justifique, decidió señalarlo con el dedo y convertirlo en Pregonero.

Así pues, este Pregonero vuelve a echarse el antifaz, toma su cirio y ocupa su tramo en esa general Cofradía que viene a formar Baza desde la primera Cruz de Guía del Lunes Santo al último penitente del Domingo de Resurrección.

Que más quisiera este Pregonero que llegar al oído de cada uno de vosotros aquí presentes o en vuestros hogares, y poder comunicaros ese Pregón que esperáis, el vuestro, el de tu Cristo y tu Virgen que en definitiva es lo que de verdad llega al alma.

Que más quisiera este Pregonero que contar con la satisfacción de que sus palabras hubieran llegado hasta ti, antiguo vecino del Barrio de Santiago, que naciste y viviste más de media vida en esa casa ya desaparecida, desde donde saliste tantos Viernes Santos camino de la parroquia para acompañar a tu Virgen de los Dolores y ahora vives en la continua nostalgia de esa calle Ancha, en un barrio lejano en el que aún te sigues encontrando extraño. Que más quisiera yo, que mis palabras calaran en lo más hondo de tu alma bastetana.

Quisiera que entendierais que este Pregonero no pretende otra cosa que, en nombre de Baza, anunciaros la anual llegada de Dios a la ciudad y transmitiros un mensaje de paz y esperanza.

Baza, escenario de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.-

Ése que nació en Belén en un Pesebre porque no había Posada. Ése que a los sordos hace oír, a los ciegos ver y a los mudos hablar, que sana a los enfermos y vuelve a los muertos a la vida. Será Juzgado injustamente, condenado a Morir, pero al tercer día Resucitará. El templo viejo de nuestro corazón será demolido, y vuelto a edificar por Él. En los Santos Lugares de Baza se volverá a vivir la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Y el Pueblo de la vieja Basti será una vez más pañuelo de la Virgen.

Y con Ntro. Padre Jesús del Rescate, en la noche del Lunes Santo, desde la iglesia de Santiago, parroquia de los campos de mi Baza, se inicia la tragedia del Hijo de Dios. La expresión de su Divino Rostro, ultrajado, maniatado, abrumado por la pena:
Cuadrillas de costaleras,
de Santiago son ellas,
jóvenes que se afanan
por mitigar sus penas.

Por la calle Ancha avanzan los ciriales, de sus balcones los geranios cuelgan como lágrimas de sangre caídas del cielo. Justas las voces en el capataz. Suena el golpe seco del llamador y el paso se detiene. Gesto de sufrimiento por nosotros de Jesús del Rescate. Como nos duelen las espinas de su Corona. Cofradía ejemplar y modélica.

Allá por el año 1952 un grupo de entusiastas jóvenes convinieron en fundar la Hermandad de la Santa Cruz.

…Sí, por la señal de la Santa Cruz, que es lo primero que aprende nuestra fe de niños, abierta a Cristo. Por la señal de cristianos, está en las calles nuestras, esa Cofradía de la Cruz, en la noche del Martes Santo.

¡ Cofradía de “la Cruz”!. Cuando a la ciudad, en su noche, le nacen cruces en los vuelos de la mente y en los entresijos del alma. Nuestra vida es Cruz, porque la Cruz es Pasión, porque la Cruz es Muerte de Jesús, y ha de ser faro, guía, sendero para todos….

Somos Cruz. Y seremos cruces de Penitencia, cuando buscamos su amparo en esta Cofradía con solera donde las haya, que procesiona con una sencilla Cruz de nogal. Sobre ella, una corona de espinas y un sudario. A sus pies, una exquisita talla de la Madre del Redentor cubierta por un extraordinario manto salido de las manos primorosas de su Camarera Mayor María del Carmen Gómez Lamadrid.

En tu regazo de Madre
vengo a dejar mi plegaria,
que es una flor pasionaria
deshojada ante la Cruz.
Te rezo por el que llora,
por el que sufre tristeza,
te rezo por quien no reza
por quien no busca tu luz.

Mi Soledad. Vuestra y mía. De Baza entera.

La Cofradía de mis amores, de mis raíces, de mi corazón.

Al caer la tarde del Miércoles Santo, la Merced abre sus puertas al Cristo de la Misericordia y a su desconsolada Madre en su Soledad.

La vetusta y estrecha calle de los balcones de palo, recoge el rachear de las alpargatas de sus costaleros, que con magistral y milagrosa destreza sortean, uno tras otro, los muchos obstáculos que en su pausado caminar encuentran, a las ordenes de Esteban, su Capataz.

Aunque anónima su talla, el maestro plasmó la Misericordia de Cristo por los que sufren, en toda su anatomía. En sus ojos, semicerrados y a punto de perder la luz en su agonía. En su cabeza, inclinada por el peso del mundo. En sus pies y manos, bañados por su Sangre Redentora.

¿Quién encargó al escultor?
¿Quién le diría que lo hiciese?
¿De qué bosque sacarían
la madera para hacerte?
¿Y que pájaros cantaban
en aquel árbol –aún verde-
que ni siquiera sabía
que servirías a las gentes
para mirar al Señor
y al Misterio de Su Muerte?

Y detrás…. Su Madre de la Soledad.

Mirando al cielo, sí.
¡Al cielo con ella!.
Con la más guapa.
¡Con mi reina!
¡Con vuestra Reina!.

Dos cosas hay en el mundo
que no se pueden contar
las lágrimas de la Soledad
y las arenas del mar.

Y Federico García Lorca le cantaba….

Virgen con miriñaque,
Virgen de la Soledad,
abierta como un inmenso
tulipán.
En tu barco de luces
vas
por la alta marea
de la ciudad,
entre saetas turbias
y estrellas de cristal.
Virgen con miriñaque,
tú vas
por el río de la calle,
¡ hasta el mar!

Allá por el año 1945, Juan Vallejo el de “luz” y los “apagones” (quien por aquellos entonces no le conocía) fundó, junto con amigos y compañeros del “Chorro”, la Cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno. La familia Alcantúd también tendría mucho que decir en esta historia.

El Nazareno, el Cirineo y un sayón forman un paso de misterio de logradas proporciones.

De su Casa de Hermandad, realidad debida al entusiasmo e ímprobo trabajo de sus cofrades, hace su salida penitencial en la tarde del Jueves Santo.

Sus mujeres y hombres, por cuadrillas se relevan para portar el pesado trono.

A su paso por la Cava Alta, el Cascamorras, desde su atalaya, contempla a Jesús con la Cruz a cuestas, con inusitado estupor, con asombro pero sin indiferencia. Parado, no solo por su petrificación sino por la estampa que ve.

¡Es el Nazareno el que pasa!, se dice el Cascamorras.

Lleva la Cruz con nombres y apellidos que son el clamor de nuestro tiempo: Parados, inmigrantes, drogadictos, niños explotados, transeúntes, víctimas del terrorismo, ancianos, enfermos, mujeres marginadas y maltratadas, forman el rostro de esta pesada Cruz.

En sus Canciones del alma en la íntima comunicación de amor de Dios, el místico San Juan de la Cruz, así decía:

¡ Cuán manso y amoroso
recuerdas en mi seno,
donde secretamente solo moras:
y en tu aspirar sabroso
de bien y gloria lleno
cuán delicadamente me enamoras!

Como todas y cada una de nuestras Cofradías, la Real e Ilustre Cofradía del Stmo. Cristo del Amor, Ntra. Sra. de la Esperanza y San Juan Evangelista, en los últimos tiempos, ha sufrido una gran transformación. La Esperanza, como popularmente se le conoce, reflejo del estilo sevillano, fue, para mí, el revulsivo de la Semana Santa de Baza, a partir de los años 80. Sus inusitados esfuerzos le han llevado a reunir un equilibrado y artístico conjunto.

En la tarde noche del Jueves Santo, desde San Juan nos llega la Esperanza y el Amor. La Madre, el Hijo y el discípulo.

Señora de la Esperanza: resulta obligado en estos momentos, en los que pregonamos a Baza la Muerte y Resurrección de Cristo, y por tanto, la gran Esperanza de la humanidad, recordar la muerte de esos Cristos vivos de nuestro tiempo, victimas del terrorismo. Incomprendida barbarie llevada a cabo por unos fanáticos que matan en nombre de Dios y de la libertad…. No sabemos a qué Dios y a qué libertad se refieren, porque Dios es, ante todo, Amor, y la libertad es...Amor y más Amor.

Dulce Señora de la Esperanza, haz que un día no muy lejano podamos dirigirnos, unos a otros, como a diario lo hacemos los hombres de buena voluntad. Como lo vienen haciendo esas palomas blancas que anidan y revolotean alrededor de tu casa. Utilizando, como mensaje, tan solo tu nombre, y como símbolo, el blanco pañuelo y el rosario que portan tus manos. Esperanza, Señora, Esperanza… Que tu Esperanza esté con todos nosotros.

Si este pueblo te llama: ¡Madre mía!
Si con todo su amor en ti confía,
Si pidiendo con fe todo se alcanza
Cubrirlo con amor bajo el encanto
Del verde terciopelo de tu manto,
Sublime majestad de la Esperanza.

Las plazas y calles de Baza reciben el paso del Stmo. Cristo de los Méndez, en la noche del Jueves Santo.

¡Venimos por el madero!
¡Traemos el madero! (dice la leyenda).

Y sobre un calvario de claveles rojos, bajo el amparo de la esbelta torre de la Mayor, aparece el Cristo milagroso de Martínez Olalla.

Cuantas veces desde lejanos tiempos, en esperanzada rogativa, los bastetanos le hemos pedido agua para nuestros secos campos.

Solemnidad, humildad y elegancia son premisas fundamentales en esta Cofradía que cierra la noche del Jueves Santo.

De Federico le podríamos dedicar esta:

Saeta

Cristo moreno
pasa
de lirio de Judea
a clavel de España.

¡Miradlo por donde viene!
De España.

Cielo limpio y oscuro,
tierra tostada,
y cauces donde corre
muy lenta el agua.

Cristo moreno,
con las guedejas quemadas,
los pómulos salientes
y las pupilas blancas.

¡Miradlo por donde va!.

Desde el momento en que expiró el Salvador, deseó su Madre bajarle de la cruz y darle sepultura, a cuyo fin, dice San Bernardo, extendía sus brazos hacia el llagado cadáver y al no poder alcanzarle, se postraba oprimida por el dolor sobre la tierra, regándola con sus lágrimas. Tres horas estuvo María solicitando este consuelo y al fin se cumplieron sus deseos, y cuando Pilatos concede la licencia, enseguida se efectúa el Descendimiento.

Dos piadosos varones, José de Arimalatea y Nicodemus, con el mayor respeto y veneración colocan en brazos de María a su difunto Hijo.

Las lenguas de los hombres deben enmudecer para venerar en silencio el amargo dolor de María en ese terrible trance.

Y a Santiago volvemos en la mañana del Viernes Santo, en esta mañana del Parasceve sublime en que murió Nuestro Señor Jesucristo, mañana del Parasceve o preparación para la Pascua según el rito judaico, de donde hace su salida procesional la Venerable Cofradía de Ntra. Sra. de los Dolores y Stmo. Cristo del Descendimiento.

¡Viernes Santo de Pasión, de Muerte, de Dolor…!. Todo está consumado, habremos de decir. Y habrá que ver y admirar esas magníficas tallas de la Dolorosa Virgen y de Cristo en el descendimiento de la Cruz, en su cadencioso pasar por nuestras calles y plazas, como en su Vía de la Amargura. Habrá que ver esa simbología pasionista que la Señora porta: Su Corazón atravesado por siete puñales y el primoroso pañuelo que ofrece a nosotros los pecadores.

Quién será la mujer,
que a tantos inspiró,
poemas del Dios de Amor.
Le rinden honor, la música y la luz,
la cera, la palabra y el color.

Quién será la mujer,
que el rey, el labrador,
invocan en su dolor,
el sabio, el ignorante,
el pobre y el señor,
el santo al igual que el pecador.

El pueblo de Baza, en la tarde del Viernes Santo, tiene una cita obligada: acompañar a María en el último pasaje del sufrimiento de su Divino Hijo.

La Archicofradía del Santo Entierro es la de todos y cada uno de los bastetanos. Es la síntesis, el compendio de la religiosidad pasionaria popular de nuestro pueblo fiel.

No hay más grandeza que la humildad, ni más triunfo que el de la Cruz. Suya es, en verdad, la victoria, del que ahora yace en la urna, del primero que gustó el cáliz de la Pasión..

Muriendo el Salvador, perdonó a sus enemigos y pidió por los que le crucificaban: fue condenado por Pilatos y entregado a un pueblo que le aborrecía y calumniaba. Faltan las palabras para admirar la sabiduría divina y lo que tiene preparado a los que le aman. La memoria de los grandes y poderosos se borra apenas cesa la pompa y el ruido del funeral, y la de Jesús resucita, se perpetúa y celebra en el mismo Sagrado Sepulcro.

En el sagrado cuerpo de Jesús y en el corazón de María se habrían de consumar dos grandes sacrificios.

¡Como le duele a la tarde
tu paso! ¡Como le duele…!
En las andas del Entierro,
pasa Jesús en su Muerte…
¡Sus cinco llagas con brotes,
sus cinco llagas son fuente.

¡ Sus cinco llagas ya son
todo lo que Cristo tiene…!

Blanco sudario de lino,
blanco sudario de nieve,
va pidiendo a nuestras almas
un beso para su frente.

La tarde del Viernes Santo,
se nos clava lentamente
al ver pasar una urna
donde va Cristo, que duerme
tras los dolores y afrentas
que coronaron su Muerte.

¡Como le duele a la tarde
Su paso! ¡Como le duele!

Y al mencionar la urna donde va el Cristo Yacente me llega, en este momento, el recuerdo de un cofrade y artista bastetano, al que debemos un reconocimiento por sus valiosas aportaciones a nuestra Semana Santa.

Se trata de D. Esteban Jiménez Montoya.

Tuve la suerte de ser su alumno en el Instituto Laboral “José de Mora” y de conservar la amistad que, desde la infancia, me une a sus hijos Esteban y Joaquín.

D. Esteban, hombre prudente, caballeroso, artista y maestro… Gracias por vuestra obra.

Y el Silencio se hace… y se cierra el tremendo drama de la Pasión del Señor con el paso de la Cofradía del Silencio de Ntra. Sra. de los Dolores.

La ciudad espera la noche, en la que un silencio espeso, denso, pegajoso, como niebla de enero que duerme en la Alameda, se apodera de ella. Por la puerta de la Parroquia del Sagrario, aparece, el Silencio de Ntra. Sra. de los Dolores.

Respeto por la Madre que ha perdido a su Hijo. Dolor por la Madre Eterna. Contemplamos tu paso, Madre nuestra, avergonzados, pesarosos y arrepentidos de nuestras flaquezas.

Tus Dolores…. Silencio
de nuestro atardecer sombrío y triste
¡Tus Dolores…., Silencio!
Silencio en los latidos de la pena
que brotan de tu adentro,
y esa actitud serena
que aguarda la venida del encuentro
con esperanza plena.

Y una vez más se llena mi corazón de recuerdos… con el Resucitado.

Participé, a los 11 años, en el primer desfile del Stmo. Cristo Resucitado.

En 1953, la Cofradía de la Soledad tuvo la feliz idea de incorporar, a la Semana Santa de Baza, esta multicolor procesión

De Santiago, de San Juan, de la Mayor, de la Merced… Todas las cofradías están representadas, en el día de la Alegría, por el futuro, por quienes naturalmente han de sucedernos, por los más jóvenes, por nuestros hijos.

El Resucitado aglutina a todo un semillero de niños y niñas que, poco a poco, paso a paso, van aprendiendo a ser cofrades, a vivir la Semana Santa, a entender el significado de la liturgia llevada a la calle.

Es otro mundo. Os propongo que, el año que viene, asistáis a la constitución del trono del Resucitado. Un hervidero de niñas y niños acuden a la Merced. Ricardo y Juan Luís, realizan el alistamiento: Nombre, domicilio, altura, talla de sudadera….Ensayo, el bollo…Que tiempos estos…

He visto las calles llenas de sol el Domingo de Resurrección. Tienen algo especial.

Resurrección es futuro, es fuerza y es audacia. En las ciudades históricas se piensa demasiado en pasado y nos acomodamos fácilmente al silencio, que es bueno en determinados momentos y días, pero no todo el año.

En la Plaza Mayor tiene lugar otro encuentro de fiesta, de bullicio, de alegría. El pueblo se encuentra con Cristo Resucitado en un misterioso espectáculo de campanas, cohetes y palomas, y lo negro se torna blanco, al grito de Aleluya.

En nuestra Plaza Mayor cabe todo: el diálogo humano y divino, el compromiso cerrado con la única garantía de la palabra dada, el cotilleo de la vida diaria, el amoroso coloquio de jóvenes y mayores, que cruzan su mirada; cabe el dolor y la alegría en la misma semana; pero sobre todo es lugar de encuentro, símbolo de unión, de entendimiento y trabajo en común ante un futuro esperanzador que ya nos alcanza.

Os convoco a la única alegría que en Semana Santa es posible: a la que nace y acaba en la dignidad del hombre.

El pregón ha de terminar, mis amigos. Y ha de terminar con un abrazo de gratitud a todos por vuestra paciencia, por vuestra cortesía, a la que no puedo corresponder más que con mi poema final, verso de aire arcaico donde los haya, verso difícil, en cuaderna vía que no me extraña que no se prodigue, porque su preceptiva no es fácil. Verso en la fuente misma de nuestra habla castellana y española. Me he ido, para españolizarlo más, al ayer como quien dice: A Gonzalo de Berceo, a quien me he atrevido a pedir permiso para cogerle estos versos. Gonzalo de Berceo ha consentido. ¿Qué otro remedio le quedaba?.

En el nombre del Padre que fizo toda cosa
Y de don Jesucristo, fijo de la Gloriosa,
he querido cantaros cuanto mi alma rebosa
en esta mañana nuestra, tan dulce y amorosa.
He querido traeros la Verdad de mi vida,
y he querido deciros mi pasión contenida.
La Verdad y Pasión en que mi amor anida,
La Pasión y la Verdad que a meditar convida.

Desde aquí, en nombre de la Federación de Cofradías y Hermandades, os convoco a participar con fervor, en los actos de la Semana Santa que ya se avecina.

Muchas otras cosas podrían contarse…. Pero para ello el Pregón se renueva cada año y una voz distinta prestará su pulso a este atril, del que yo ya me separo, dejando reposar en él, al despertar, mi más maravilloso sueño.

Solo me resta, pues, decirte, ciudad mía, lo único que quisiste oír de mis labios para empezar la Semana Santa.

Ahí va: ¡BASTETANOS!

¿Estáis preparados?
¿Estáis puestos?
¿Puedo llamar cuando quiera?
Ni un minuto más de espera….. BAZA
¡A ésta es!

He dicho.

Domingo Sánchez Vallejo.

Certamen de Bandas de Música de Semana Santa 2007

Reportaje fotográfico










Fotografias: dosanva